martes, 31 de julio de 2007

What can I say

¿Qué podría decirte hoy que no te haya querido decir ya? Y es que quiero gritártelo, a pesar de que estés lejos, y que no me vayas a oír. Quiero que lo sepas de una vez por todas. Oh, Lord, what can I say? (Brandi Carlile)

sábado, 28 de julio de 2007

Amanece que no es poco

Hoy al menos me he obligado a levantarme antes... asi que ahora podré decir: tengo toda la mañana para hacer lo que quiero. O más bien, lo que debo. Ponerme a estudiar ya en serio. Con el himno por delante, comienza la batalla.

viernes, 27 de julio de 2007

Mar de dudas


In memoriam. Por aquellos blogs que ya se han borrado y que decían lo que yo quería que saliera de mi boca. Por este sueño recurrente que hace que un mar de dudas me atormenten cada noche. Por ese himno de batalla que he encontrado, con el que renuevo cada día mis fuerzas. Pachelbel fue grande, muy grande. Y ahora tomo su Canon como canto a la esperanza de un mañana sin ataduras, con sosiego y calma de noches de verano. Hoy tuve una visión. Tú estabas a mi lado en aquel edificio blanco y frío, aunque fuera olía a jazmín. Pero yo no despertaba. Y todo por culpa de él. Pero ahora eso no importa. Me veo con un traje negro de noche, al lado tuyo, vestido con traje y corbata, junto a otros dos amigos tuyos, que estaban en el momento de mi caída. Y todos estamos escuchando atentos la canción. Es hermosa, ¿no crees? Es un gran espacio recubierto de moqueta roja grana, del que cuelgan leves luces fugaces, que poco a poco van suavizando el entorno. Todo está lleno de sillones isabelinos de terciopelo blanco y asas de caoba. La gente de la orquesta viste de negro, con esmoquin y pajarita negra. La atmósfera, mágica, advierte el tono de susurro de los violines, y de las violas. El clavicordio suena amenazante, pero no hace nada más que guiar al resto de instrumentos. Ese es mi sueño recurrente. Estar a tu lado en un concierto de música clásica. Poder llorar y emocionarme con los acordes de Pachelbel, de Mozart o de Verdi. Llorar de la emoción que me pudiera dar el estar yo en la parte del escenario, compartiendo ese momento con toda esa gente. Porque en el fondo todos somos músicos, y dirigimos nuestra vida que, en cierto modo, es como una gran orquesta, con sobresaltos e improvisaciones. Y sin embargo, todo calculado. Todo en su lugar.

Por ello he decidido luchar, he decidido cambiar. Quiero esforzarme en mi mañana, porque tal vez ese mañana me permita estar al lado tuyo en un concierto como éste. He decidido esforzarme para conseguir llegar a mis metas, para evitar que los demas se adelanten en mi vida, para poder llorar si hace falta, o gritar de alegría, al ver mis progresos. Soy egoísta, sí. No nos vamos a engañar. Me he cansado de ser la niña buena que se desvive por el resto del mundo y nunca hace nada por cambiar el suyo. Y si lo hace, está tan exhausta de ayudar al resto que no acaba de hacer bien las cosas. Y tengo claro que primero yo, después yo, y, si acaso, yo también. Al menos tengo ya las fuerzas necesarias. Me sobran los motivos, como dice Sabina. Me sobra tanta palabrería barata que no hace más que apesadumbrarme. Quiero ganar esta batalla. Ésta, y las mil que me quedan por librar. Porque en el fondo no quiero crecer. Quiero que todo siga así, por los siglos de los siglos.

Ahora es cuando ese mar de dudas se acaba deshaciendo en la espuma de mar, en la espuma de mis mañanas. Y digo mañanas, porque es algo grande lo que estoy planeando. Algo que cambiará mi vida. Algo para bien. Para mí. Porque hace tiempo prometí no defraudar, y no quiero que eso ocurra. Por esa promesa, y por las que me hago cada día, lucharé. Por mi amor. Por ti. Y sobre todo, por mi.

miércoles, 25 de julio de 2007

Ojala [Silvio Rodríguez]

La verdad que sigo sin tener que decir cosas...
O sí las quiero decir, pero quizá no sea éste el mejor momento.
Dejaré colgada al aire una canción...

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.

[Ojala - Silvio Rodríguez - 1969]

viernes, 13 de julio de 2007

Actualizando

Es raro. Porque en verano me activaba y dejaba de hacer el vago. Pero ahora mismo lo que me apetece es tumbarme en la cama a no hacer nada. Pronto escribiré algo interesante.

lunes, 2 de julio de 2007

Creo en ti

Sigo usando la misma frase. La de la canción de Duncan Dhu. Es curioso, porque hace tiempo alguien me dijo que era su grupo favorito, y supongo que desde ese momento empecé a escucharlos. Y no me arrepiento. Porque tienen canciones que dicen todas esas cosas que alguna vez se piensan pero no sabemos decir. Porque creo que la música tiene el poder de exteriorizar muchas cosas. Cada frase, unida a la siguiente, conforma una historia nueva, una vida paralela que, queriendo o sin poder evitarlo, acabamos viviendo. Yo misma he forjado un mundo alrededor de nuestras canciones. No he podido evitar amurallar de notas y acordes mis sueños, en los que siempre estás tú. Mañana es como una despedida (¿mañana? mejor dicho, dentro de unas horas...). No sé si es demasiado tarde, aunque no me importa, tantas palabras existen, que debiera ser posible decirlo todo, pero no es así. Hoy descubrí que con todas las letras, de una u otra forma unidas, creo que no sabría explicar lo que con un beso te digo. Te digo lo sincero, te digo de ti que quiero, te digo de mi espera, te digo mereció la pena, ¡tanto lustro de aprender a decir: con un simple beso!. (Café Quijano, En mis besos)