Ayer decidí que quiero hacer Geografía también. Geografía e Historia. Sé que si no lo hago, me arrepentiré en lo que me queda de vida de no haberlo hecho. Y la verdad, no quiero renunciar a estudiar algo que me gusta. No sé lo que me ha llevado a tomar verdaderamente la determinación, pues llevaba ya un curso entero rondándome la cabeza. Y en el fondo lo que me faltaba era decidirme. Tirar la moneda y que cayera del lado que quería, inconscientemente. Quizá ha sido la práctica de este fin de semana, en Cáceres y Salamanca: me lo he pasado tan bien que yo quiero pasármelo igual en un futuro, con mis alumnos y alumnas. La verdad. Y he de decir que la vitalidad de mi profesor al explicar los conceptos, al hablar de todos esos términos geográficos....es lo que me impulsa a pensar que yo también puedo ser así. Hay profesores a los que les gusta dar clase (como al mío), que le ponen energía y ganas, y que se emocionan al hablar de su campo de estudio; y otros a los que simplemente están en la Universidad por la investigación, a los que les "obligan" a dar clase, o simplemente, que no ponen ese ímpetu sano que tanto agradecemos los alumnos y alumnas. Supongo que en lo que en su momento fue aquel impulso por parte de mi profesor de Historia de 4º de ESO, y al que le debo tanto en esta vida que no sé cuándo se lo pagaré, es lo mismo en este momento. Un profesor puede ser más impersonal o menos, y llevarse mejor con los alumnos, o peor. Y en el mejor de los casos, dar confianza a un alumno o no. Pero en el fondo, lo que agradezco es que hable de cosas con las que yo también me emociono.
El año pasado me aturdía la idea de pensar "¿me habré equivocado de carrera, sí, no....?"; pero he solucionado esa cuestión de la manera más honrosa posible: estudiaré las dos cosas. Porque me emocionan ambas. Porque amo tanto la Historia como la Geografía.
Hoy me enorgullece decir: mañana seré historiadora, y geógrafa también.