martes, 23 de octubre de 2007

¿Sigues ahí?

Eso es lo que yo me pregunto. La gente, ¿sigue ahí? Porque en el fondo me da la sensación de escribir para nadie. Y si acaso entráis alguien por estos lares, ¡dios mío...!, firmad o algo, que al menos me entere yo...

Me uno a una de tus conferencias.

sábado, 20 de octubre de 2007

Atlas de geografía humana


No es mi intención mantenerme despierta hasta que salga el tren. Pero la verdad es que no tengo sueño, más que nada, porque son muchas las cosas en las que tengo que pensar. Una de ellas es el hecho de ver que nuestra vida gira en torno a muchas cosas. Es curioso, pero me siento como Jim Carrey en "El show de Truman": recortando fotos para lograr componer tu cara. Y la verdad es que la tónica de las películas que últimamente veo es esa. Lograr encontrar a alguien que se parezca a ti, o que, al menos, pueda entremezclar para componer tu rostro y contemplarlo en el duermevela. Llámalo Ed Harris, o Alberto Jiménez. Lo que sé es que eres tú. Son tú. Sobre todo Alberto Jiménez, magnífico en el papel de Martín en Atlas de geografía humana. No sé, es una película que dice tantas cosas similares a lo que nos ocurre cotidianamente que en el fondo nos convertimos en los propios personajes. Quizás esto sea un experimento, como el de Carrey. Quizás todos formemos parte de esa gran película que ya Gasset mencionaba refiriéndose a la interpretación de la vida en una escena de teatro. Ha pasado una estrella fugaz, y por no querer atreverme a pronunciar esas palabras, he pedido algo más genérico. Y que en el fondo sé que si me lo propongo, lo lograré.



[Lantana: Imaginarte]

miércoles, 17 de octubre de 2007

Monotonía de lluvia tras los cristales

La vida pasa sin que nos demos cuenta. O sin que queramos darnos cuenta. A veces el tiempo vuela, corre, o simplemente, te das cuenta de que existe por el hecho de que lo vas perdiendo. Cuando el tiempo se agota es cuando logras ver lo necesario que es. Hoy bajaba corriendo a la facultad, y ¡vaya por Dios!, la Ley de Murphy: perderé el autobús cuando más prisa tenga; la mochila se abrirá en dos cuando logre divisar un bus y correr tras él; mi móvil se golpeará contra el suelo, lo que me hará ver que la mochila hace tiempo que se abrió, y tener que volver rastreando el suelo (sí, por consiguiente, el bus pasa a mi lado sin yo montarme en él y en dirección contraria) para encontrar el estuche, los bolígrafos... etc. No sé siquiera cómo he logrado llegar a tiempo a clase. Y la verdad, ha sido providencia divina (¡mira que me encantaría poder sobrevolar Ciudad Universitaria!). Y el pobre de Miguel, con una tos del caraio, como diría un amigo. A punto de decirle: ¿quieres un caramelo? Pero mejor callarse, nunca se sabe si le sentará mal o qué que lo diga. Sin embargo, ha sido una clase magnífica. La verdad.

Impactante Luis Tosar, sólo nombrarlo. Quizás mañana dé más datos.

domingo, 7 de octubre de 2007

Ven conmigo a Kamchatka

Creo que nunca me había parado a pensarlo. Pero a veces era algo recurrente. Cuando amas una canción, cuando consigue hacer que la piel se te erice, que sientas un cálido escalofrío. Cuando hace que sonrías sin saberlo, o que te salte una lágrima. Es en ese momento cuando decides que una canción se la "regalas a alguien". Y digo regalar, porque en el fondo lo que hacemos es asignarle una canción a un momento, supongo que en parte para que funcione como una clave recordatoria: cada vez que suene esa música, que oigas esa canción, seguro que te acuerdas de algo o de alguien. Y sin darme cuenta pero queriendo, me he pasado toda la vida etiquetando canciones y regalándoselas a la gente. Es algo que me permite sobrevivir en esta jungla en la que hay que llevar tantos recuerdos a mano, en la que hay que tener la perspicacia en la lengua para evitar que el resto de babilonios te confundan. Hoy he decidido que me voy a ir a vivir a Kamchatka. Que nos vamos los dos. Y porqué no, tal vez escuchando una canción de fondo. She will have her way (Neil Finn).

Porque Kamchatka es el único sitio al el que se puede escapar.
Escapémonos juntos, como el Gran Houdini.

viernes, 5 de octubre de 2007

¿Y si pierdo el norte?


Eso es lo que quiero yo saber, si lo voy a perder. Porque no hago más que verte en todas las esquinas de las calles. O es mi imaginación la que me juega una mala pasada. Tengo ansia de verte, de sentir tu olor, tu piel. De oir de nuevo tu voz.

No sé cómo decirte que eres tú quien alegra mis mañanas. Quien me cuida cuando me siento sola. Quien me escucha.

¿Si en el fondo fueras uno de nosotros? Alguien terrenal, alguien capaz de amarme como yo a ti. Haces que te enaltezca como a un dios, como a alguien imposible de alcanzar (y en el fondo es verdad). Pero es algo que no puedo evitar. No puedo. Y en el fondo no le encuentro una razón de ser a esta pena y a este amor tan grande que me ata. Que hace que me arrodille y llore.

Si fueras tú quien condujera aquel coche a casa, quien paraba en la lluvia a recogerme...

No lo sé. Hay veces que pienso que somos injustos. Porque al igual que sentimos algo hacia alguien, quizá un completo desconocido, o una chica que se te acerca en la calle, o que simplemente estaba sentada frente a ti en el metro, puede sentir por ti lo mismo que tú por otra persona ajena. Y quizá ellos y ellas también se sientan engañados. Ya no sé si por nosotros, o por ellos mismos. A lo mejor es egoísmo, ya que nosotros vamos tan centrados en otras cosas, o yo en ti, que ni siquiera veo lo que ocurre a mi alrededor.

Me he dado cuenta que hay veces que estoy haciendo la compra, o simplemente, viendo ropa, o en el bus. Y que hay algo, hay alguien que me aleja de la realidad, de tanto ruido, tantas prisas, tanta gente. Tú, Santiago, eres el que me aleja de todo. Y seguirás alejándome para acercarme hacia ti. Inevitablemente. Pero siempre consentido.

Si pierdo el norte, sé que tú estarás siempre al sur.

[One of us - Joan Osbourne]