domingo, 7 de octubre de 2007

Ven conmigo a Kamchatka

Creo que nunca me había parado a pensarlo. Pero a veces era algo recurrente. Cuando amas una canción, cuando consigue hacer que la piel se te erice, que sientas un cálido escalofrío. Cuando hace que sonrías sin saberlo, o que te salte una lágrima. Es en ese momento cuando decides que una canción se la "regalas a alguien". Y digo regalar, porque en el fondo lo que hacemos es asignarle una canción a un momento, supongo que en parte para que funcione como una clave recordatoria: cada vez que suene esa música, que oigas esa canción, seguro que te acuerdas de algo o de alguien. Y sin darme cuenta pero queriendo, me he pasado toda la vida etiquetando canciones y regalándoselas a la gente. Es algo que me permite sobrevivir en esta jungla en la que hay que llevar tantos recuerdos a mano, en la que hay que tener la perspicacia en la lengua para evitar que el resto de babilonios te confundan. Hoy he decidido que me voy a ir a vivir a Kamchatka. Que nos vamos los dos. Y porqué no, tal vez escuchando una canción de fondo. She will have her way (Neil Finn).

Porque Kamchatka es el único sitio al el que se puede escapar.
Escapémonos juntos, como el Gran Houdini.

No hay comentarios: