martes, 26 de junio de 2007

Gracias (la pócima secreta)

No tengo palabras. Siempre estarás ahí. Serás único. Y me imagino en mis mil vidas salvándote. Es tu sonrisa lo que me atrae a subir tantas escaleras, a buscar tu fragancia en el ascensor. A esperarte en los pasillos, en las salas, tras cada esquina. Siguiendo ese olor inconfundible. Que hace que te quiera. Es esa manera de interesarte por los demás, por la vida secreta que cada uno llevamos encima. Tu tono de piel hace que yo camine por las mañanas, intentando recorrer con mis pasos los tuyos y buscar islas sin descubrir en las que dibujar un mapa en tu espalda, al sol los dos. Es esa extrema agilidad que hace que todo en esta vida se haga añejo, y hasta lo más joven pierda valor. Es esa voz la que me duerme por las noches, y la que me despierta por las mañanas. Es tu forma de caminar, con vitalidad, fuerza... que hace que mi mente me obligue a sonreir. Y sigo buscando aquellas exedras. Te doy las gracias por lo de hoy. Porque te lo agradezco de por vida.
No quisiera que esto se acabara, porque en mi mente siguen sonando aquellas canciones. Aquellas notas que me decías al oído. Aquellos versos que susurrabas tras mi pelo.
Sigo buscando en el viento tu respiración profunda, y el reloj que vas marcando con tus latidos.
No quiero que se acabe mi primer curso. No quiero seguir creciendo. Porque sé que si crezco dejaré de soñar con esas sonrisas.

[¿Qué pócima me habrás dado para que yo esté así?]

(Unstoppable, The Calling)

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