martes, 12 de junio de 2007

Y sonreías...

Me sentí extraña en tu despacho. ¡Quién hubiera dicho que eras una pesona tan distinta! De veras, fue una grata sorpresa. Muy grata. Yo tenía miedo de entrar. Pero tú dijiste con voz serena "Adelante". Estabas ocupado en un mail, que dejaste a medias tras girarte sobre la silla de despacho y mirarme a los ojos. Azules. No sabía que los tenías azules. Y tu sonrisa, tampoco la había visto nunca. O sí, pero de lejos. Eres demasiado agradable. Eres acogedor y familiar cuando no estás en clase. Te cambia la voz, la verdad. Y esa indiscrección del botón de la camisa desabrochado, no me lo esperaba. Pero no pude evitar mirar. Me costó concentrar la vista en tus ojos. Me sentí indefensa. Pero a la vez te tenía tan cerca. Tanto que no me hubiera importado saltar al vacío con tal de ver esos ojos al final. Sentí como de nuevo tenía fuerza para hacer todo lo que quiero. Funcionas como un motor en mi vida. Haces que gire la cabeza esperando verte en las exedras de las puertas. En las esquinas de tus sonrisas. No es miedo lo que me inspiras. Sino paz. Una tremenda paz.


[Escuchando "Forever Young" (de la discografía de O.C.; la versión nueva]
(¿Habrás hecho un pacto con el diablo para mantenerte así?)

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