lunes, 4 de junio de 2007

Vaivén

Vas y vienes en mi cabeza. Te paseas. Cuando cierro los ojos, ahí estas, en nuestro hotel italiano. En mi imaginación. Y es que la verdad, no quiero que desaparezcas. He meditado todo acerca de mis proyectos de futuro, e ineludiblemente los he unido a tí. No he podido ni he querido evitar rechazar selecciones mentales de puertas que quiero abrir. Baudelaire no creo que fuera capaz de describir en sus Poemas las sensaciones ni los estados que yo padezco. Ni las emociones que me haces padecer. Es que en verdad he descubierto que te quiero, por encima de cualquier pero, y sobre todo, por encima de cualquier contradicción. Aunque esto no acabe en nada, déjame soñar al menos. Déjame que atraviese el duermevela de las puertas de tu corazón. Que no es tan oscuro y frío como dicen. Eso lo puedo asegurar...


[Me columpio, caigo y me levanto...; vuelvo a subir al columpio. Desde aquí arriba te veo más cerca... no te alejes nunca más de mí].

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